¿VIRTUALIDAD CLASISTA O DE SEGUNDA?

¿VIRTUALIDAD CLASISTA O DE SEGUNDA?

Por: Valeria Esteban, Comunicadora Social – Periodista

Aún sin terminar la pandemia del Covid- 19, y el inicio de la vacunación, comenzaron de nuevo a reactivarse todos los sectores económicos del país y con ello, la educación, que a propósito entra en alternancia, para que estudiantes y padres de familia, se vayan adaptando de acuerdo a las normas de Bioseguridad, 2 o 3 días a la semana, hasta que llegue el regreso total a clases. Pero ¿qué pasa con aquellos niños, niñas y jóvenes que viven en zonas rurales, de bajos recursos, en el campo, o en sitios vulnerables o menos favorecidos? ¿cuál es esa realidad que deben enfrentar estudiantes y padres cuando las oportunidades no son nada propicias?

Esta es la historia del colegio Liceo Semillas de la Esperanza, ubicado en altos de Cazucá, al sur de  Bogotá en el municipio de Soacha, cuyo misionero Jairo Cruz, lleva 20 años trabajando en la zona, entregando educación básica primaria y alimentación a más de 120 pequeños menos favorecidos, que en gran porcentaje provienen de familias desplazadas. Apoyado en los buenos corazones del “Plan Padrinos” con lo que recibe la suma de $40.000 mensuales por cada uno de los menores, y nunca los alcanzó a tener a todos apadrinados; y aunque no se conocieran muchos físicamente con su ahijado, es una manera de contribuir, y no está por demás decir que con la Pandemia, durante el 2020, muchos de los que apoyaban esta bella iniciativa no pudieron continuar, lo cual apretó la economía del colegio.

Mientras en un gran sector privilegiado de las principales ciudades nuestros niños y jóvenes se adaptaban a la virtualidad, a estudiar por horas frente al computador, en Altos de Cazucá, los niños simplemente no podían ni asistir a clases físicas y mucho menos virtuales, porque al no tener la herramienta básica como un computador, una tablet o un buen celular, además de lo más importante, la conectividad, sencillamente se quedarían sin volver a sus estudios y sus padres que por lo general son personas que viven del rebusque y del día a día, tampoco podían salir, porque ni trabajo, ni con quién dejar a sus hijos, ya que el colegio funcionaba a media marcha.

El misionero Cruz, viendo la terrible situación de “sus niños”, como cariñosamente les llama, empezó con su grupo de profesoras a preparar bolsas básicas de mercados para entregar a los padres de familia y sacar fotocopias semanales de los libros y tareas a manera de guías, para tratar que los niños no se atrasaran y tuvieran la posibilidad de hacer desde casa sus labores académicas, así terminó el año y a tientas, graduó a los del nivel básico primaria. Sin embargo, en diciembre la situación económica lo puso a ver la opción de cerrar el colegio pues los recursos no dan para tanto, a lo que su grupo de profesoras con el amor que las caracteriza, pidieron seguir apoyando la causa y  bajarse el sueldo para lograr en 2021 seguir adelante.

Este año, el colegio Liceo Semillas de la Esperanza de Altos de Cazucá, tiene el gran reto de continuar dando educación y alimentación a sus niños y niñas; y gracias a buenos corazones ha recibido celulares y computadores de segunda, en buen estado, para donarlos a los estudiantes y entre algunos amigos del misionero, pagan una hora de conectividad diaria en la zona, para lograr que los pequeños puedan seguir adelante con sus estudios de manera virtual.

Los “estudiantes privilegiados con internet” deciden estar conectados el número de horas que quieren, y hasta pereza le han tomado al regreso a las clases físicas, mientras que los niños, niñas y jóvenes menos favorecidos y de zonas rurales a las que no llega la conectividad, sueñan con  poder hacerlo para aprender, como en el caso de Altos de Cazucá.

Aunque Colombia se encuentra entre los países que más trabajan por mejorar la llegada de la conectividad a los departamentos más apartados y las zonas menos favorecidas, la verdad es que queda mucho camino por recorrer y las Tecnologías de la información y la comunicación –TIC, tendrán un nuevo reto este año, para superar el 70 por ciento de los hogares conectados, siendo Bogotá la ciudad que mayor conectividad posee, con 25 por ciento por cada 100 cien habitantes, lo cual incrementa el consumo de internet fijo, ya que se sigue imponiendo el trabajo y el estudio en casa.

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