Periodismo: ¿pasión o vocación? ¡Esa es la cuestión!

Periodismo: ¿pasión o vocación? ¡Esa es la cuestión!

Por: María Auxiliadora De La Hoz, Especialista en Comunicación Corporativa

Es muy difícil hablar de periodismo, sin hacer alusión a la vocación y la pasión. Vocación, porque así como sucede con los médicos o los bomberos, quien ama esta profesión siente un llamado a ejercerlo, y pasión, porque más que un trabajo, el enfrentarse a las noticias a diario se convierte en un placer.

En este debate entre elegir la profesión correcta y lidiar con comentarios como “los periodistas son los peor pagos” o “el que estudia periodismo se muere de hambre”, nos encontramos todos los días quienes escogimos, según el premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, la “mejor profesión del mundo”. Y es que no existe dinero que compense el hacer lo que uno ama, lo que le apasiona, lo que lo impulsa a levantarse todos los días para asumir ese compromiso personal y, sobre todo social, que tienen quienes trabajan en un medio de comunicación.

Este dilema existencial, moral y humano de los periodistas actuales sobre la remuneración que reciben por su trabajo, casi siempre termina en una queja sin respuesta y peor, sin doliente. Hay quienes consideran que las largas jornadas de trabajo (dedicación a tiempo completo, 24/7, pues uno nunca sabe a qué hora ni qué día se registrará una noticia); los peligros a los que se ven expuestos por la búsqueda de la información; los requerimientos de actualización y cualificación constante (por aquello de la evolución de los medios y las nuevas tecnologías), el mal trato de algunos jefes, los sacrificios personales y mil situaciones más, no son bien compensados con los sueldos de los medios actuales, los cuales oscilan entre $800 mil pesos y, con suerte, los 2 millones para los reporteros rasos, los que no tienen ‘palanca’ y se asolean buscando la chiva que exigen en cada consejo de redacción.

Esta discusión se acalora aún más cuando se conocen los salarios de directores de medios que ganan más que el mismo Presidente de la República. Es decir, es alentador saber que sí es posible tener un buen sueldo siendo periodista, pero, ¿cualquiera puede aspirar a tener ese salario? Sin las ‘palancas’ o relaciones públicas requeridas para entrar a un medio de comunicación y hacer carrera en estos, ¿un periodista tendría la oportunidad de llegar algún día a ser director de un periódico o un noticiero y, si llega a serlo, podría tener un sueldo decente? Sería interesante conocer esta respuesta por parte de los comunicadores recién egresados, quienes todos los días se enfrentan a ofertas laborales en las que exigen “mínimo cinco años de experiencia”, “tolerancia a la frustración”, horarios rotativos o conocimientos en redes sociales, redacción de noticias, edición de fotografías, corrección de estilo, manejo de fuentes, etc, con salarios capaces de cortarle la inspiración a más de uno.

Otro tema que no puede quedar por fuera en este panorama es el de la competencia que existe con los periodistas empíricos, los que no han pasado por la academia, pero están aptos para desempeñarse en nuestro oficio igual que un profesional titulado. Y así, la lista de dificultades para quienes nos desempeñamos en este medio sigue y sigue...

Ante este panorama podemos continuar quejándonos eternamente por una situación que no va a cambiar, o por lo menos, no en un futuro inmediato. Esa sería la opción más fácil. La otra opción es la reflexión sobre nuestra profesión, la más bonita del mundo, la que se lleva en la sangre, la que da para vivir, pero seguramente no para ser millonarios, y vivir es lo que realmente importa. No necesariamente quienes ganan más son los mejores periodistas y eso hay que tenerlo claro, pues la convicción y la pasión que se le imprime a la búsqueda de la información es lo que nos lleva a ser felices, a ser los mejores, a querer más y más noticias, a aceptar un trabajo que nos da estrictamente para nuestros gastos, pero al que queremos ir todos los días y no, un trabajo en el que nos paguen millones de pesos, pero no nos llena ni nos satisface a nivel personal y profesional.

La felicidad de amar lo que se hace es un sentimiento que surge del corazón y que no se compra con billetes, la pasión es un impulso que no tiene precio y la vocación, una cualidad que es intrínseca, única, irrepetible.

El periodismo es, entonces, una misión muy personal. Así sucede, por ejemplo, con quienes deciden ser sacerdotes: su oficio es de sacrificios y compromiso, y tiene implícita una necesidad vital de contar siempre la verdad. Si usted es periodista, reflexione sobre el tema y pregúntese si se ve ejerciendo otra labor distinta. Si la respuesta es positiva y se inclina más por otros oficios, ¡felicitaciones! Dedíquese a ellos y hágalo con esmero, seguramente tendrá un buen sueldo y si le gusta, lo hará con amor. Si definitivamente el camino es el periodismo, piénselo bien. Aquí no ganará mucho, tendrá que sacrificarse y le exigirán demasiado en el medio en el que trabaje, pero será feliz, estará satisfecho con su decisión, su corazón le dirá que eligió el camino correcto y, desde todo punto de vista, eso es lo más importante en la vida.

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