LAS MARCAS DE LA JUVENTUD

LAS MARCAS DE LA JUVENTUD

Por: Valeria Esteban, Comunicadora Social - Periodista

“Los medios de comunicación llevan a mil a nuestros hijos y nosotros los padres, sencillamente nos quedamos” esta es mi frase para tratar de entender la influencia de  las nuevas tendencias que invaden a nuestros jóvenes y sobre las cuales sigue siendo tan difícil razonar y no tensionarnos con su libre expresión.

Nos encontramos con una juventud que se convirtió en consumidora de una moda que logra  incomodar a los adultos: tatuajes, piercings, cortes de  pelo estrambóticos, música y hasta su forma de vestir y de hablar. No comprendemos esta forma de comunicación, ¿Por qué  tienen que hacer visibles momentos de su vida actual que quedarán para siempre impregnados en su piel? ¿Y qué harán cuando de nuevo la moda sea el minimalismo con una piel totalmente limpia y sin huecos ni rastros de las locuras juveniles? ¿Vendrán depresiones en su adultez al sentirse incómodos de ver lo que hicieron con su cuerpo y ya será demasiado tarde para echar atrás? Ingenuamente algunos jóvenes creen estar seguros de sus decisiones de hoy, pero no piensan a largo plazo, pues cifras de diferentes estudios internacionales aseguran que más de un tercio de la población que se ha realizado tatuajes se arrepienten después de 10 años y otro tanto simplemente se resignan a vivir con ellos aunque ya no les guste.

Cuesta entender esta forma de comunicación de modos y moda que los lleva a verse muy diferentes a lo que éramos nosotros a esa edad, sobre todo a aquellos que  ya estamos de los cuarenta en adelante… Nuestra rebeldía no pasaba de competir por el copete más alto y con mucha gel, combinación de ropa un poco loca en cuanto a colores, pantalones entubados que parecían retener la sangre, aretes largos, miles de manillas en cada muñeca, en los hombres el pelo largo y los bigotes más arreglados que aumentaban la edad, cinturones anchos y una pinta hippie y desaliñada que era síntoma de resistencia, pero que finalmente, cuando pasaban los momentos “locos” volvía todo a la normalidad.

¿Será que nuestros jóvenes se quedaron sin alma y sin corazón para llevar allí las huellas de nuestras vivencias como hacemos los adultos? O prefieren mostrarlas en sus cuerpos y que todo el mundo les pregunte el significado y el porqué de sus decisiones causando a veces rechazo en una sociedad que todavía no asume estas nuevas ideas, ni el open mind les da, porque al momento de contratar a sus empleados (muchos aún hoy estudiantes universitarios), prefieren siempre a aquellos que se ven “normales” sin marcas visibles, pues los prejuicios empiezan a asociar a aquel que viste de negro con sectas satánicas, al que tiene un tatuaje con malandros, los piercings  con rebeldía y anormalidad o consumo de drogas y así sucesivamente.

Lo cierto es que “nuestros muchachos” están construyendo su propia identidad, las motivaciones internas momentáneas hacen que lleven señales algunas para el resto de sus vidas, que no sabemos interpretar y en muchos casos influenciados por el gran poder de los medios y sus ídolos llámense  deportivos, musicales, artistas o famosos influencers a los cuales siguen como manadas. Tienen un proceso de vida diferente, su propia forma de comunicar y contar sus sentimientos, inconformidades y considerarse  reconocidos y aceptados dentro de un grupo o tribu determinada.

¿Vivimos los adultos en un mundo extraño y algo pasado de moda donde nos aterran los cambios? O simplemente los jóvenes quieren mostrarnos que el mundo es otro, que son “diferentes” que la brecha generacional es grande, y que tienen derecho al sentido de individualidad, aunque al final terminan todos uniformados por los modos y moda del consumismo y se ven todos iguales.

Definitivamente y aunque no entendamos la nueva generación que viene empujando, debemos acercarnos, pues los cambios sociales, terminan  por acabar con ciertos símbolos que hoy son importantes y de los cuales en el futuro ya no habrá seña, si es que no quedó tatuada o rota en la piel.

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