NOS LLAMAN ´INTOLERANCIA´

NOS LLAMAN ´INTOLERANCIA´

Por: Valeria Esteban - Comunicadora Social y Periodista

Si buscamos en el diccionario, la palabra intolerancia, encontramos la siguiente definición: actitud de la persona que no respeta opiniones, ideas o actitudes de los demás si no coinciden con las propias, y en Colombia sí que sabemos de esto, hay intolerancia religiosa, política, social, racial, sexual, etc.

Haciendo memoria, nuestro país del que dicen es el más feliz del mundo, marca niveles de intolerancia bastante altos, podemos enumerar algunos como en el caso del expresidente Uribe, a quien se le pueden contar muchas de sus frases salidas de tono para responder a varios de sus contrincantes políticos, ya sea vía telefónica, por Twitter y hasta en reuniones personales, aunque sean para defender su opinión simplemente son denigrantes e intolerantes.

El deporte, que debería ser uno de los estados de mayor disfrute, alegría y pasión, se convierte en un estado de desahogo negativo y de intolerancia, cuando un grupo de hinchas se encuentra por casualidad con otro hincha contrario al de sus gustos futbolísticos, generalmente lo insultan, agreden y en ocasiones termina en tragedia porque no les importa matar, tal como ocurrió hace pocos días con un joven seguidor de Santa Fe de 28 años, o como sucedió en pleno estadio cuando varios seguidores de Millonarios decidieron bajar a la cancha para enfrentarse a puños con sus propios jugadores y equipo técnico, solo porque ya estaban cansados de perder.

Lo mismo pasa entre los taxistas y los conductores de Uber, ya reconocido en el mundo entero, En Colombia especialmente, la intolerancia ha llegado a tal punto que los “amarillos” se ponen de acuerdo por radio teléfono para atacar a los vehículos de la competencia, llegando incluso a agredir a los usuarios que toman el servicio, insultándolos, haciéndolos bajar del vehículo y en ocasiones dejándolos en lugares oscuros y no muy transitados en medio de la noche.

Claro está que en el caso del transporte nos solo debemos hablar del público, sino también de los conductores de vehículos particulares, quienes a veces se las dan de “vivos” metiéndose sin pedir permiso, madreando a cuanto conductor se le atraviesa en el camino y hasta sacando armas para amedrentar ¡esto también es intolerancia!.

Y dónde dejamos la marcha que se realizó hace pocos días, iniciada por un grupo de personas conservadoras, que solo pretendía hacer valer los derechos de la familia tradicional y no apoyar el desarrollo y publicación de la cartilla “ambientes escolares libres de discriminación”, que a propósito solo habla de discriminación sexual y olvidó el resto. Por supuesto, no faltaron los insultos de la comunidad LGBTI que se sintió atacada y trajo como consecuencia que familias heterosexuales sacaran también las uñas con pancartas ofensivas contra la ministra y su comunidad. Pregunta: ¿Cuando son las marchas del orgullo Gay, el resto de la sociedad ataca tanto? La verdad no recuerdo tanta intolerancia, y si Gina Parody no fuera homosexual, ¿se hubiera desatado la tormenta tan fuerte?.

¿Será que la intolerancia es un tema de raza, de estrés? ¿Qué estamos enseñando a las futuras generaciones que vienen a construir país?. Seguramente Colombia pasará de ser el país más feliz del mundo al más intolerante.

No nos convierte en menos escuchar y respetar los pensamientos de otros, es tolerar y entender que así como nuestros dedos, todos somos diferentes, pero pertenecemos a una sola mano que en este caso es la sociedad y así debemos convivir y tomar decisiones de conciliación y respeto.

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