Por: Valeria Esteban, Comunicadora Social – Periodista
La mujer siempre ha desarrollado un papel único para la sociedad, pues por retrógrada y ambiguo que parezca el comentario, si no fuera por ellas y su hermosa maternidad, la humanidad no hubiera podido multiplicarse y, por ende, la sociedad, tal como la conocemos, difícilmente habría logrado evolucionar hasta hoy.
Un 8 de marzo más para resaltar el valor de la mujer, aquella que ha sido capaz de caminar lentamente, pero contra viento y marea, buscando siempre un mejor lugar en la sociedad, demostrar de lo que es capaz… Se han compuesto poemas y canciones en entornos románticos; y poco a poco se le ha ido escalando para lograr hacerla partícipe en todos los aspectos, incluso se ha luchado por nuevas leyes que le permiten a la mujer participar más, tener mayor protagonismo en la sociedad, en cargos públicos como resultado de un pedido incluyente.
Pero ser inclusivos no quiere decir solo, que el número de mujeres para ciertos cargos aumente igualando al de los hombres, significa también pensar en su desarrollo como persona, respetar sus derechos, pensamiento, costumbres y gustos, que las hace verdaderas y únicas.
Hablamos del feminismo en el buen sentido de la palabra como originalmente fue concebido, aquel que quiere eliminar cualquier forma de discriminación y violencia hacia las damas y cuyo símbolo es la mujer con un puño en alto, a las que en nuestro país les decimos cariñosamente ¡mujeres berracas!
Mujeres reales, no feminazis (militantes del feminismo radical), como antónimo del feminismo, que rayan en lo absurdo de la competencia y desventaja ante el hombre porque parecen odiarlo, subvalorarlo, y creerse superiores a ellos, que se desnuda por deporte para “exigir sus derechos” con prácticas totalitarias, dañando los bienes públicos porque exigen abortar libremente sin pensar en el bienestar de otro ser humano, de las que parecen más bien una secta mal concebida en lugar del sexo que se creía débil, ahora empoderado, capaz de surgir y ser resiliente cuantas veces sea necesario.
Por otra parte, la mujer de hoy, que no raya en lo absurdo, que entiende cuál es su papel real en la sociedad, sin postular su superioridad, busca su verdadera esencia, ha decidido amarse más, y se arriesga aceptarse tal cual es, sin dejarse tipificar por la receta de belleza que le venden los grandes medios, de hecho surge una nueva tendencia, donde ya las canas están de moda, el bótox ya no es prioridad, pues las patas de gallina son ganancia, quitarse los implantes mamarios es reencontrarse consigo misma y aprender a envejecer físicamente es toda una dignidad, porque por dentro se sigue intacto, así lo muestran mujeres como Claudia Palacios, Margarita Rosa de Francisco, entre otras.
La mujer que celebra el 8 de marzo es la que une la sociedad, la familia, la pareja, la que deja un buen legado y ejemplo, por eso diremos ¡mujeres para siempre!
