Por: María Fernanda Barrientos, Comunicadora Social
Las manifestaciones sociales son la demostración pública de aversión o apoyo a determinadas causas. En Colombia, cuando decidimos hacer parte de alguna de ellas, tomamos las calles con el objetivo de validar nuestra voz. Sin embargo, por lo general, estas acciones no cumplen con su razón de ser y lo que en principio trata de evidenciar son derechos que tenemos como ciudadanos, termina en desmanes con la policía, caos vial y daños estructurales.
Pero estas protestas parecen haber cambiado de escenario; en la era digital dejamos a un lado las avenidas para dar nuestras opiniones en el muro de Facebook y en el timeline de Twitter. Nuestros seguidores y amigos en las redes sociales son quienes dialogan con nosotros sobre temas de interés, pero más allá de crear un debate, no representan situaciones significativas que permitan generar un cambio.
Es allí precisamente donde los influenciadores juegan un papel fundamental en el discurso público. Por influenciadores me refiero no solo a personas “famosas”, sino también a quienes tienen una experiencia determinada o conocimientos particulares, que al interactuar con otros usuarios cuentan con la credibilidad necesaria para ser escuchados por la comunidad. Vale la pena resaltar que su influencia no depende del número de seguidores.
Según el estudio “Autoridad de influenciadores digitales”, realizado, a finales del 2016, por la consultora Porter Novelli, personajes como Carolina Gómez, Beatriz Arango, Daniel Samper, Felix de Bedout, Antanas Mockus, Radamel Falcao, James Rodríguez y David Ospina son los influenciadores digitales más reconocidos en Colombia. Sin importar si se trata de moda, política, consumo, deportes, salud, etc,… cada arista cuenta con interlocutores capaces de mover masas y efectuar cambios.
A principios del mes de agosto, el Ministerio de Hacienda anunció un recorte del 66 por ciento del presupuesto al deporte para el año 2018. Como era de esperarse la indignación fue el sentimiento generalizado de los ciudadanos, quienes liderados por los deportistas más reconocidos del país hicieron un llamado al Gobierno con el fin de encontrar una solución.
“Es triste y lamentable darnos cuenta que al deporte se le recorta el 66 por ciento del presupuesto, lo que significa más sueños frustrados, falta de oportunidades para la juventud. Qué decepción”, expresó Oscar Figueroa, medallista de oro en el levantamiento de pesas en los Juegos Olímpicos de Río 2016. A este comentario se unieron millones de opiniones más, las cuales a través del numeral #NoRecortenMisSueños lograron ser trending topic en Colombia.
El presidente Juan Manuel Santos, no tardó mucho tiempo en dar una respuesta: según él "las dificultades económicas, ocasionadas por la caída del precio del petróleo, nos han llevado a tener que tomar decisiones duras; apretarnos el cinturón para el presupuesto del año entrante. Un apretón que afecta a todos los sectores". No obstante, esta respuesta no fue la esperada por los colombianos, quienes siguieron ejerciendo presión logrando que en el primer mandatario se viera en la necesidad de reunirse con el ciclista Nairo Quintana y hablar con Mariana Pajón.
La presión mediática a través de las comunicaciones digitales dieron sus frutos: Quintana, líder del Movistar Team, afirmó que Santos “nos acaba de decir a todos que va a revisar nuevamente la cifra y pienso que los deportistas estaremos un poco más tranquilos. Sabemos por los momentos por los que pasa el país y todos lo debemos entender”.
Finalmente, el Presidente aseguró que “en el presupuesto del año entrante no vamos a recortar la ayuda a los deportistas, el recorte es en infraestructura pero de todas maneras vamos a revisar esa cifra”.
Es así como día a día las formas de manifestarnos continúan transformándose, para demostrar una vez más que la unión hace la fuerza. Es un ejemplo adicional de como las redes sociales también sirven para de manera respetuosa, solidaria y constructiva, exigir reivindicaciones, no importa a que sector corresponda… Este es un llamado a los amantes ciudadanos, amigos de la ineficiente, fatigante y a veces absurda manifestación callejera que ya pierde poder ante los gobiernos para hacer respetar en la mayoría de los casos, derechos adquiridos.


