Por Juan Pablo Pérez
La responsabilidad social empresarial – RSE ha tomado fuerza en los últimos años. Cada vez más empresas, gobiernos y ONGs incluyen este término y lo apropian a sus políticas como eje fundamental. Es decir, hacer más de lo que netamente se limita a la naturaleza de su negocio y generar impacto positivo.
A pesar de que la definición de este concepto se encuentra en constante dinamismo, la más aproximada es la brindada por la Organización Internacional del Trabajo – OIT que la describe como “el conjunto de acciones que toman en consideración las empresas, para que sus actividades tengan repercusiones positivas sobre la sociedad y que afirman los principios y valores por los cuales se rigen, tanto en sus propios métodos y procesos internos como en su relación con los demás actores”.
Bajo esta premisa, las organizaciones buscan ser amigables con su entorno a través de la triple cuenta de resultados que incluye el relacionamiento con los actores del sector económico, social y ambiental, y así poder comunicar asertivamente su solidez y sostenibilidad en el tiempo para la compañía y las futuras generaciones, demostrando que se está un paso más delante de lo que exige la ley y por ende mejorar su percepción de imagen.
El diálogo entre los stakeholders, se debe basar en la comunicación transparente, oportuna y periódica para contribuir así a la construcción de relaciones a largo plazo con el fin de que predomine el bien común. Las compañías deben entender que la RSE acompañada de una estrategia de comunicación genera grandes beneficios, porque contribuye con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), ayuda a aumentar la productividad, fideliza clientes, empleados y proveedores, y mejora las relaciones con el Gobierno y con las ONGs, traduciéndose en una imagen corporativa positiva que contribuye al progreso del negocio.
Comunicación digital y tradicional: de una sola mano
De igual forma, es importante tener en cuenta que estamos en la denominada era del diálogo y la transparencia. Para que toda compañía lo logre es fundamental contemplar diversas herramientas que están a su alcance y que son inseparables.
Por un lado, está la comunicación tradicional que incluye el relacionamiento con los stakeholders, el diálogo con las comunidades, los informes de sostenibilidad y el uso de los medios comunes como lo son la radio, la prensa y la televisión.
Por el otro, está la comunicación digital. Internet y las redes sociales, son una plataforma facilitadora de interacción con los públicos de interés, en la que se puede conversar de manera dinámica y en tiempo real. Medio que puede aprovecharse para dar a conocer los avances en desarrollo sostenible, nuevos proyectos, cambios de accionistas, etc. y de este modo tener una constante retroalimentación para cada día mejorar y comunicar apropiadamente.
Por lo tanto, es recomendable que todas las compañías migren a una estrategia mancomunada entre la comunicación tradicional y la 2.0, para no quedarse atrás y tener un diálogo oportuno con todos los actores de interés.
Es así, como la comunicación desempeña un rol básico en cualquier compañía, no solo para informar constantemente cualquier actividad de interés, sino para blindarla de cualquier altercado de reputación mediante el fortalecimiento de la marca. En ese orden de ideas, se hace indispensable tener un equipo de comunicaciones y asesorarse de los mejores para generar un gana-gana en todas las áreas. Hoy en día, es prácticamente una obligación en cualquier organización: comunicar no es tarea fácil, mas sí imprescindible.


