LA PRÁCTICA DE LA DESINFORMACIÓN COMO EJERCICIO DE CORRUPCIÓN

LA PRÁCTICA DE LA DESINFORMACIÓN COMO EJERCICIO DE CORRUPCIÓN

Por: Rodrigo Beltrán, Comunicador Social- Periodista

Casi a diario, nosotros mismos, en familia, con amigos, en diferentes tertulias, siempre sale a flote el tema de la corrupción de Colombia queda en el banquillo, calificamos este fenómeno como una de las causas del atraso, de obras inconclusas y de pérdidas de dinero, de vergüenza ante el mundo, de rabia y de impotencia.

Lo cierto es que en Colombia, según datos e investigaciones producto de la “genialidad” de los corruptos, en el 96 % de los casos se han pagado más del 16 % del valor de un contrato para coimas, mordidas, robo al erario público, etc. Algunos personajes protagonistas de la corrupción en nuestro país incluso han llegado a afirmar públicamente y ya detenidos por la justicia con gran desfachatez que este es un fenómeno que nace con los colombianos, parte de nuestro ADN, de nuestra “cultura”.

El próximo 26 de agosto viene la Consulta Anti corrupción que tiene entre otras cosas de positivo, poner al ciudadano a que tome la decisión, la esperanza de darle un golpe certero a este cáncer que carcome la salud, la alimentación de los niños, la infraestructura, la política, las ilusiones de una país mejor e inunda todos los sectores del incipiente desarrollo nacional.

La Consulta fue aprobada por los ciudadanos, con las firmas, luego la plenaria del Congreso, todas las bancadas de los partidos dijeron sí, pero faltando pocos días para llevarse a cabo esta convocatoria popular, reina la desinformación sobre todo a través de las redes sociales en una campaña soterrada de aquellos que no les conviene que esta cumpla con su objetivo. Incluso, columnistas de trayectoria la ponen en sus textos en duda, otros consideran que es muy costosa para el país, pero según el contralor general de la República, Edgardo Maya Villazón, el desangre de la corrupción en Colombia, puede llegar a $50 billones de pesos al año, ¿entonces, que será más costoso?.

En el fondo se trata solamente de un problema de Egos, de aquellos que no se les ocurrió proponerlo, que era una salida digna para una Nación ahogada por la corrupción, están en contra porque no son ellos los que están liderando este objetivo de una sociedad democrática. El problema es de país, no de quien o quienes están poniéndole el pecho para sacarla adelante, o que representantes de qué partido asumieron esta responsabilidad histórica.

Invito y es definitivo, que ante esta campaña de desinformación, el papel de los medios de comunicación tradicionales y a través de sus canales digitales sea el de educar y guiar a la población votante con objetividad y verdad para que conozca realmente lo que significa una convocatoria de estas características y que contiene la misma, sus bondades y consecuencias por primera vez en nuestro país y que los ciudadanos de a pie “bien informados” tomen la libre decisión, dependiendo del grado de compromiso e interés con el presente y  futuro de esta nación. O si prefieren ser parte de los Alcahuetas que en muchas ocasiones por omisión en silencio hemos sido todos, verdaderos cómplices, actitud que no se entiende y que nos está llevando al abismo.

Como lo afirmé en mis redes sociales, sería un oso internacional llegar a la conclusión que el país no alcanzo a los votos necesarios para aprobar la consulta, que la indiferencia ganó. Igualmente lamentable y con cargo de conciencia que la generación futura tuviera en su mente que hubo una oportunidad de darle una bofetada a la corrupción de nuestro país y que sus padres y abuelos fueron incapaces, o no se les dio la gana de aportar un granito de arena contra esta pandemia que practican los “vivos” que se quedan con el dinero de todos los colombianos honestos… la historia no nos lo perdonaría.

La manipulación de la información, planeada y generalmente sin que los responsables den la cara, estrategia hecha a espaldas y que trae como producto la desinformación, también es una acto de corrupción, no importa que en contadas ocasiones no haya dinero de por medio, pero si la maldad, la deshonra, la falta de ética y cero dignidad, que son más costosas para una Nación, que los billetes mal usados o mal habidos.

Se hace necesaria ahora más que nunca, la práctica de una sana y responsable comunicación e información que lleve al final del día a romper las cadenas de los tramposos o por lo menos enviarles un mensaje que la sociedad se cansó y que la consulta ha sido una gran herramienta y que vendrán muchas más, hasta ponerle fin a esta pesadilla y que paguen como debe ser los culpables.

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