LA CULTURA DEL ENVASE

LA CULTURA DEL ENVASE

Por: Valeria Esteban - Comunicadora Social y Periodista

El ser humano por naturaleza es inconforme, siempre busca más, siempre quiere más, no solo en cuanto a lo material, sino también en el campo amoroso, familiar,  laboral, económico, entre otros. Y son los medios de comunicación los que, definitivamente, se han encargado de apurar considerablemente estos deseos, pues permanentemente tenemos el bombardeo  de una ´mejor vida en una sociedad capitalista´.

El mundo siempre ha sido del mismo tamaño, pero antes estaba un poco más cerrado y quizás la inconformidad iba surgiendo de acuerdo a las vivencias… había que enviar una carta y esperar con ansiedad varios días para encontrar respuesta, viajar en barco por meses  para ir al otro lado del mundo a estudiar, conocer o encontrar al ser amado. Décadas atrás, lo más inmediato era el teléfono, pero eran pocos los que tenían este privilegio y las llamadas eran tan costosas que preferían usarlas solo en casos de verdadera urgencia.

Ahora el mundo se abrió y seguramente, la inconformidad del ser humano ha sido también importante, pues ha hecho que generemos nuevas investigaciones y medios para comunicarnos de una manera más efectiva, al alcance de todos y a menor costo, lo que permitió que nos pudiéramos acercar más y tuviéramos inmediatez en respuestas y toma de decisiones.

Sin embargo, una cosa es la comunicación y otra el día a díay los intereses en los que nos vamos metiendo, sin darnos cuenta, en un mundo donde valoramos poco lo que tenemos; en cambio somos la sociedad de consumo aspiracional en todo sentido, por ejemplo: tenemos un carro pequeño y soñamos con la camioneta, pero el que la tiene, quisiera que su carro fuera pequeño para poderlo parquear en cualquier parte, pagar menos impuestos y menos gasolina.

La mujer que siempre estuvo cómoda con su cuerpo, ahora puede gastar millones en cirugías para lucir una figura ´perfecta´ parecida a la de la modelo del momento o a la muñeca Barbie, poniendo incluso su vida en peligro. Y como estos, podemos enumerar cientos de ejemplos de inconformidad, que de alguna manera se resumen en el bombardeo visual y auditivo al que nos someten los medios tradicionales y las redes sociales.

Deberíamos exigir en materia de comunicaciones más responsabilidad para no seguir patrocinando la inconformidad del sercomo mostrarnos ´ciertos tipos de vida perfecta´, porque aunque no lo crean, muchos quisieran hacer parte de la familia Kardashian, tener su tipo de vida, su dinero y su fama, o para poner un ejemplo más cercano, muchas de nuestras jovencitas colombianas sueñan con parecerse a todas las presentadoras, o actrices bellas y delgadas que trabajan en noticieros, magazines o son modelos de marca de ropa interior y por eso vemos la mayoría como si fueran fotocopias unas de otras.

¿Cuándo vamos a entender que los medios son influenciadores?, ¿Por qué no mostrar en los noticieros, diariamente,  más notas positivas en las que la gente exitosa en todos los campos son personas normales que no se mueren de hambre para mantenerse delgadas?, que hacen deporte seguramente sin matarse, que pueden tener tristezas y desalientos, problemas económicos a veces y que efectivamente, como todos, somos imperfectos y queremos trabajar en sueños alcanzables.

La inconformidad ya viene en nuestro ADN, pero los medios de comunicación tradicionales y digitales hacen gran parte de la tarea, por lo que está en nuestras manos cambiar a la generación que viene y enseñarles a valorar quiénes son como personas, lo que tienen y a dónde pueden llegar sin frustraciones, en paz y siendo felices. No vivir de la cultura del envase, que desprecia el contenido.

¿O será que la solución es vivir alejados sin la influencia de los medios de comunicación y volver a lo básico, para disminuir nuestra inconformidad?

 

 

 

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