Por: Rodrigo Beltrán Espinosa, Presidente Bells Medios Ltda.
El gran avance de la tecnología digital en las comunicaciones ha producido una transformación en las prácticas y valores sociales que se evidencia, principalmente, en la forma cómo nos expresamos día a día a través de nuevos códigos de lenguaje.
Tomemos como ejemplo el caso de las redes sociales porque, con excepciones muy puntuales, no han logrado ofrecer calidad en los mensajes, innovación en los contenidos o en el servicio; ni mucho menos en las historias que divulgan, configurando una ecuación que refleja cierto deterioro preocupante tanto para los profesionales de estos canales y plataformas, como para los expertos en el área a nivel mundial. Hoy se ve una anarquía sin control, reflejo de una válvula de escape con mínima responsabilidad, en la que no aparece siquiera el sentido común.
Colombia ocupa el puesto 17 como consumidor de Facebook en el planeta, según la página de análisis y comparaciones Owloo. Igualmente, el director de Facebook para el país, Juan Pablo Consuegra, aseguró que esta red social registraba al cierre de febrero pasado 26 millones de usuarios de acceso mensual en el país y alrededor de 17 millones de cibernautas diarios.
Sin duda, esta es una posición que demuestra la alta penetración que tienen los canales sociales en los nacionales -teniendo en cuenta que hay más de 190 países reconocidos por la ONU-, pero también es un ‘honor’ que deja al descubierto varios retos que tendremos que afrontar en próximos años que exige estar a la vanguardia en materia digital. Uno de ellos debe estar encaminado a educar a los colombianos para que aprendan a discernir la información y seleccionar la calidad de las historias que circulan por la red.
Actualmente, el caos de mensajes que se encuentra en el ciberespacio desató una controversia respecto al papel que cumplen los medios de comunicación. El periodismo comenzó a cultivar una cosecha sin límite de las llamadas ‘noticias falsas’ que, incluso, ha afectado a los medios tradicionales de gran prestigio que, en varias ocasiones, retomaron titulares y/o imágenes llamativas que parecían reales.
En 2013, El País de España, de gran influencia en la opinión europea, publicó en su portada una fotografía falsa de la muerte del expresidente venezolano, Hugo Chávez Frías, que circulaba por las redes sociales. Casos similares se están tomando la cotidianidad, contaminando y permeando los medios de comunicación serios y de prestigio, lo que ha hecho sonar las alarmas en las salas de redacción y poner en alerta a las plataformas digitales por las que se comparten estos contenidos.
Por casos como estos y para blindarse, un sector de la sociedad civil está pidiendo mayor efectividad de la norma jurídica para sancionar también los agravios y juicios de valor que se manipulan en redes sociales, práctica que ya se viene instaurando en otros países. El cibernauta debe entender que tiene ciertos límites y debe aplicar el respeto universal en la comunicación.
Como una manera de contrarrestar esta situación, las redes sociales ya iniciaron acciones. Andy O’Connell, gerente de Política Global y Desarrollo de Facebook, indicó hace pocos días que la compañía cuenta con un equipo de cientos de personas en varias partes del mundo para chequear la información, analizar contenido, si fluye adecuadamente o no, y si tiene una línea de sentido transparente. De esta manera se busca construir una alfabetización de contenidos con información transparente y de calidad, entendiendo el contexto en el que se generan y valorando el papel de un buen periodista.
Sin embargo, es evidente que esta medida no es suficiente, pues reproducir información falsa tiene objetivos específicos. Así lo afirma Campbell Brown, jefa del Equipo de Noticias de Facebook, "a través de nuestro algoritmo hemos podido identificar que en casi la totalidad de las veces, las noticias falsas tienen un objetivo financiero. Cuando son liberadas al público con el interés de viralizar, las historias casi siempre tienen un trasfondo con el que se está buscando irrumpir en algún tema financiero, que puede ir de lo general a temas muy particulares".
Expertos afirman que las nuevas generaciones hoy están sumidas y entregadas al mundo digital, cada día acceden menos a canales tradicionales, buscan informarse entrando a Youtube, Facebook, Instagram y Twitter y comparten información vía Whatsapp, de acuerdo a Findasense - consultora estadounidense digital en 2015. Se acostumbraron a ‘este servicio’ por redes sociales, y lo peor es que creen totalmente en lo que se dice allí. ¿Cómo se puede lograr que el joven de hoy decida acercarse a un informativo que le brinde garantías de veracidad y actualidad noticiosa? El reto consiste en seducir a los Millennials con alternativas atractivas en el campo de la información.
Pero no todo es negativo en el “boom” de las redes sociales y la tecnología. Los blogueros, youtubers y creativos geniales de memes han logrado marcar la pauta. Su reto está en tener un enfoque más educativo, ser atractivos y más responsables, para que ayuden a crear mentes innovadoras y sanas; que sean finos y que asuman la responsabilidad de mover opinión.
El gran desafío de los profesionales de la comunicación es recuperar su poder y confianza en la opinión para la construcción de valores e innovar en calidad de la información, porque de lo contrario estarán cada vez más contaminados en un mar de confusión de contenidos, en donde cada uno es libre de la palabra, dueño de la verdad y también de ¡la mentira!
