Por: Valeria Esteban, Comunicadora social – Periodista
El ser humano se diferencia del resto de los seres vivos, entre otras cosas, gracias a la comunicación con la que hemos logrado crear una sociedad civilizada, capaz de expresarse con respeto, cordialidad y calmar los ánimos cuando sea necesario, todo dentro de los límites del buen trato, siempre y cuando sepamos expresarnos.
Pareciera pues que supiéramos, comunicarnos a la perfección, ya sea a través del idioma, de la lengua de señas, de los gestos, o por medio de movimientos corporales; sin embargo, a la hora del té se nos olvidó hacerlo y fallamos frecuentemente, por ejemplo cuando escribimos un mensaje y recibimos una respuesta subida de tono, a la defensiva o que simplemente no contesta a lo que dijimos, o cuando salimos a las calles y nos encontramos con el conductor mal humorado que pita todo el tiempo como si este empujara el trancón, o el que simplemente no le da vía a los peatones, anteponiendo su afán al bien común y al reclamarle responde con señas obscenas o con un lenguaje bastante hiriente, lo cual indica que somos bombas de mala comunicación.
Está claro, que es derecho fundamental de la sociedad, el manifestar la inconformidad ante diferentes acciones, a través de marchas públicas y pacíficas que también hacen parte de la buena comunicación. Pero ¿qué pasa cuando se les cambia el sentido, se infiltran seres agresivos que utilizan estos movimientos para violentar a los demás, como sucedió hace algunos días alrededor de la plaza de toros, cuando los antitaurinos salieron a protestar y por unos pocos, se convirtió en un festín del terror?, no se sabía quiénes eran más agresivos, si los que fueron a celebrar la fiesta brava matando a un animal inocente, o los que a punta de piedra, empujones y vulgaridades se iban contra los que pretendían entrar. Esto también quiere decir que no nos sabemos comunicar.
Así mismo, es bien sabido en toda nación, que los cambios implican adaptarnos a normas con las cuales a veces no estamos de acuerdo, pero aun así, tenemos que cumplirlas, no tratar de imponer nuestras ideas a la fuerza sin una fina comunicación, como está sucediendo con el tema entre los taxistas tradicionales y UBER. ¿Por qué razón tomar por la fuerza a quienes utilizan o prestan este servicio, bajándolos del vehículo, pinchando las llantas y en ocasiones agrediendo y hasta quemando los carros? Esto por no decir de algunos jóvenes que se movilizan en sus vehículos propios y al ser confundidos con los que prestan el servicio ‘ilegal’ también terminan heridos, con daño en bien ajeno y nadie responde. Esto también es una forma incorrecta de comunicar nuestra inconformidad.
Pero esta mala comunicación no solo se da entre los ciudadanos del común, también se ve en los grandes líderes de opinión. En Colombia, el caso más sonado ha sido entre el expresidente Álvaro Uribe y el presidente Juan Manuel Santos, quienes a través de Twitter se sacaron los trapitos al sol con comentarios bastantes ofensivos que calentaron, en muchas ocasiones, al resto de la opinión pública, que tomó partido en los agravios de la no comunicación. Y sin ir tan lejos, la semana pasada, el mandatario de la nación más poderosa del mundo, Donald Trump, a través de un agresivo mensaje desde su cuenta oficial en esta misma red social, le dijo a su homólogo de México, Enrique Peña Nieto, que si no iba a pagar el muro, mejor no asistiera a la reunión de trabajo programada, lo cual provocó la cancelación del viaje de este último, dejando un sin sabor entre sus seguidores.
En el mundo de la comunicación, todos queremos ganar y tener la última palabra, pero tenga en cuenta que siempre están involucrados sentimientos y motivos externos que nos impiden, a veces, lograr el objetivo. Reconocer que nos equivocamos, es de nobles, así que no se ponga a la defensiva, deje sus problemas en donde salieron y recuerde que las demás personas no son los directos responsables de lo que a usted le sucede. Sea siempre cordial, hable en tono amigable, no agreda ni física ni verbalmente a los demás si no quieren que lo hagan con usted, sea más innovador en la manera de expresarse, póngase en los zapatos del otro y sobre todo, no sea una bomba humana de mala comunicación.


