PAPA FRANCISCO: DE AMORES Y ODIOS

PAPA FRANCISCO: DE AMORES Y ODIOS

Por: María Auxiliadora De La Hoz, Comunicadora Social y Periodista

El papa Francisco llega esta semana a nuestro país en medio de un panorama político, económico, social y religioso dividido. Mientras que la comunidad católica recibe con alegría la visita del sumo pontífice, los diferentes sectores se debaten entre ires y venires, mensajes de apoyo y en contra, análisis políticos y una amplia cobertura mediática que, para algunos, deja mucho qué pensar.

Hay quienes piensan que para qué gastar tanta plata en la “extravagante” visita del Santo Padre (humano y pecador como todos); que porqué hacer tantos cambios en la movilidad en las distintas ciudades cuando de por sí, ya el tráfico es un caos; que para qué traer al “anticristo” (calificado así por José Galat) a un país con suficientes problemas sociales y económicos… pero, ante estos y muchos más argumentos vale la pena preguntarnos, ¿es la visita del papa Francisco beneficiosa para Colombia? ¿Va a cambiar en algo la situación del país? ¿Queremos o no queremos que venga?

Analicemos algunas opiniones. Para el Gobierno, a pesar de las dificultades, esta visita es lo mejor que le puede pasar al país, y no es para menos pues se da en el momento justo. Estamos en un escenario de postconflicto en el que mucho se habla de paz y Francisco viene a reforzar ese mensaje.

Para la oposición política, los ciudadanos tenemos múltiples adversidades de coyuntura nacional: narcotráfico, proceso de paz y economía, y la visita es, tal vez, una manera de desviar la atención a muchos de ellos.

Para Juan Pablo Calvás, reconocido periodista, no es mucho lo bueno que pueda dejar la visita del pontífice al país, más que un derroche de religiosidad, con banderitas, estampitas, fotos y viejas camanduleras por doquier.

De este panorama me surgen varias preguntas, ¿será que para muchos la visita del papa Francisco es más una visita de Estado que una actividad religiosa? ¿Es posible que tanta “extravagancia”, se debe más a la necesidad de reforzar el escenario del postconflicto en un país que nunca se ha puesto de acuerdo con respecto a lo que significa la paz? ¿El mensaje del alto jerarca religioso es solo para las viejas camanduleras y fanáticos del catolicismo? ¿Es posible que estemos tan acostumbrados a las malas noticias, la guerra y la superficialidad que nos incomoda recibir información positiva, venga de quien venga? ¿Qué piensas tú?

Personalmente, creo que el papa Francisco, independientemente de que vaya a Colombia o a la China, siempre lleva un mensaje positivo, de paz, reconciliación y, sobre todo, espiritualidad. Tal vez estamos tan familiarizados con los ataques a la población civil, la pobreza y desigualdad, las disputas políticas y los hechos de corrupción (el pan de cada día) que inconscientemente nos negamos a recibir otro tipo de información. Sumado a esto, ha sido tanto el despliegue que se le ha dado a la visita del religioso (y con toda razón, pues es el tercer papa que visita nuestro país en su historia, después de Pablo VI y el hoy san Juan Pablo II) que ya nos aburre saber detalles de su estancia en suelo colombiano. Ni qué hablar del tedio que da pensar en el caos vehicular y, si pensamos ir a las actividades, en las incomodidades por los tumultos y las aglomeraciones.

"Iré como peregrino de esperanza y de paz para celebrar con ustedes la fe en nuestro Señor y también para aprender de vuestra caridad y vuestra constancia en busca de la paz y la armonía", aseguró Francisco sobre su visita. Frente a esto, solo puedo decir que a muchos no nos emocionan los artistas de talla internacional que con cierta regularidad visitan Colombia y por los cuales hacen largas filas para entrar al concierto. A algunos nos interesa tener un respiro en medio de tanta adversidad, escuchar un mensaje inspirador y, sobre todo, abrir las puertas del país a un espacio de espiritualidad que, seguramente, será el primer paso para la paz y el cambio íntimo y personal que todos debemos tener para hacer de Colombia un mejor lugar para vivir.

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