Por: Valeria Esteban, Comunicadora Social - Periodista
Durante los últimos meses hemos visto como se ha recrudecido el terrorismo a nivel mundial. Países como Estados Unidos, Francia o Inglaterra, en los cuales pensábamos que nunca ocurriría nada, viven ahora la cruda realidad de la violencia, de aquellos que piensan que solo a través de ella pueden lograr sus objetivos de carácter ideológico, religioso o político.
Y es que tenemos que ver día a día en los medios de comunicación y las redes sociales, tantas imágenes, algunas sin censura, que lo único que hacen es sembrar más miedo, intimidarnos y cohibirnos de salir a ciertos lugares que ya han sido blanco de los grupos bélicos.
Es claro que el papel de los medios de comunicación es informar y transmitir la realidad, pero vale la pena preguntarse hasta qué punto, pues a veces se pasan al sensacionalismo, o lo que es peor aún, hasta qué punto los terroristas “utilizan los medios para hacer crecer sus organizaciones y sus nombres”. Pareciera que se hubiese convertido en toda una estrategia publicitaria, pues se les acredita cada cosa que seguramente después justificarán en sus causas y buscarán un proceso de paz, como sucede en Colombia, actualmente, y como ha sido la regla en otros países.
Los medios, especialmente las redes sociales, se han convertido en colaboradores involuntarios de estos grupos terroristas, pues muestran y repiten sin medida sus hazañas con crudas imágenes en las que por lo general mueren inocentes, conllevando a una carga emocional negativa a la audiencia y resaltando los actos atroces. Claramente deben buscar audiencia, ser las páginas más visitadas, pero ¿a qué costo lo están haciendo?
No se trata de ocultar la realidad, pero tampoco se debe enaltecer al terrorismofacilitándole recordación a ciertos nombres de personajes, que seguramente el día de mañana se someterán a la justicia, a un proceso, y terminarán siendo nuestros dirigentes políticos del mañana, después de haber hecho sufrir a toda una población.
Las noticias de los terroristas y sus respectivos actos, no se deben convertir en primicia, deberían tener bajo perfil y no volver a los medios ¨idiotas útiles¨ que solo buscan tener cada vez más protagonismo en la sociedad.
De hecho, el pasado mes de marzo, la Unesco, presentó un manual de 110 páginas en cabeza del subdirector general, Frank La Rue, dirigido a los periodistas, para el tratamiento de información alrededor del terrorismo, evitando que se conviertan en cajas de resonancia de los objetivos de estos grupos y siendo más críticos antes de realizar notas periodísticas, lo cual aplica también evidentemente para las redes sociales, en las cuales ahora todos se creen periodistas o dueños de la verdad. Aquí no se sabe qué es peor, si las crudas imágenes o el morbo de quienes se encargan de transmitirlas.
La invitación no es solo para los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales, sino también para los cibernautas. No seamos ¨idiotas útiles¨ de los dueños del terror, el papel entre todos los que censuramos estos actos detestables y llenos de dolor es construir país y no ayudar a destruir.
