Por: María Auxiliadora De La Hoz, Comunicadora Social y Periodista
¿Recuerdas la película Matrix? En ella los seres humanos vivían esclavizados y con sus mentes conectadas a una gran red en la que no diferenciaban entre lo real y lo virtual. Algo muy similar a lo planteado en esta historia de la ciencia ficción está sucediendo en la actualidad, en lo que yo llamaría “la revolución de las redes sociales” y de eso se trata este artículo.
Pero no vine a hablar de lo que representan las redes sociales para nosotros, pues cada uno bien conoce la relación de amor – odio que tiene con Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, etc., y la satisfacción (para algunos) que representa ver el ícono de cada una de estas aplicaciones en la pantalla de su celular o computador. Este artículo se trata de ir un poco más allá y encontrar ese Morfeo o ese Neo que hay en su interior; y como en la película, actuar como los pocos humanos que buscan ‘desconectar’ a las personas del mundo ilusorio en el que viven.
Diferenciar entre lo real y lo virtual se ha vuelto una tarea difícil y complicada para muchos. Las redes sociales coquetean con nuestro consiente y, a la vez, con nuestro subconsciente, ofreciéndonos información, interacción ilimitada, aprobación por parte de nuestro grupo de amigos, reconocimiento y muchas más promesas mágicas… pero, ¿esto está sucediendo en realidad?
Te invito a que reflexiones sobre cómo las redes sociales influyen en ti, en tu estado de ánimo, en la forma de pensar y actuar, en tu trabajo, en tu vida; es más, responde esta pregunta: ¿tienes una vida real o virtual? ¿Tus redes sociales están repletas de ‘amigos’ a quienes puedes ver en la calle y ni siquiera saludar? ¿Tus publicaciones son toda felicidad, con una sonrisa de oreja a oreja, repletas de viajes, fiestas y momentos plenos; pero en realidad llegas a tu casa y te sientes más solo que un champiñón?
Con esto no quiero decir que todo es negativo y que internet y las redes no han hecho más que mortificarnos la existencia. Podemos hablar, por ejemplo, de efectos positivos del popularmente conocido “San Google”, quien nos salva constantemente y resuelve nuestras dudas sobre cualquier tema. Es la enciclopedia Larousse del ayer, traducida a lo digital. También vale la pena mencionar a YouTube, que con sus numerosos videos, específicamente los tutoriales, nos enseña paso a paso cómo hacer tal o cual cosa, desde preparar ciertas recetas o maquillarse para ir a un coctel, hasta destapar cañerías. Esta red contiene la sabiduría de 10 mil abuelos, a quienes, antaño, les consultábamos siempre cómo hacer las cosas.
Con Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat y las decenas de redes sociales que existen pasa algo similiar. Usadas de forma correcta nos ayudan a acortar distancias, mantener todo tipo de relaciones con personas de distintas latitudes y reencontrarnos con viejas amistades. No obstante, y como muchos las usan mal, estas se están convirtiendo en una fuente de infelicidad. Según un riguroso estudio publicado recientemente en la revista American Journal of Epidemiology y realizado por Holly Shakya, profesora asistente de salud pública de la Universidad de California en San Diego, y Nicholas Christakis, director del Laboratorio de la Naturaleza Humana de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, cuanto más usa una persona Facebook, empeora su estado de salud y su nivel de satisfacción con la vida. O, dicho de otra forma, cuantas más veces alguien da clic en “me gusta” peor se sentirá.
A todos muchas veces no ha pasado que ver la vida “perfecta” y “feliz” de otros en las redes nos provoca sentimientos de insatisfacción, ansiedad, depresión, estrés y hasta envidia. Los psicólogos afirman que los seres humanos necesitamos sentirnos reconocidos por otros para tener una buena autoestima y las redes son el sitio perfecto para subirla o dejarla por los suelos, pues nuestra aceptación en ellas tiene forma de medirse o cuantificarse: por el número de likes y los comentarios al respecto. Esto, sumado a la adicción que las redes sociales generan, la continua necesidad de comparación con los demás y la presión por hacer lo que los demás hacen y llevar una vida al mismo nivel, han traspasado las barreras de lo virtual para afectar, muy seriamente, nuestra vida real.
Por otra parte, una investigación de la Royal Society of Public Health (RSPH) y la Universidad de Cambridge reveló que Instagram es la red social más dañina para la salud mental de los jóvenes, ya que ha incrementado las tasas de ansiedad, depresión y sueño deficiente. Al igual que las demás plataformas, esta ha provocado daños irreparables en nuestra mente, al punto de generar insomnio, miedo a perderse de “algo” y hasta acoso de todo tipo, los cuales terminan, en el peor de los casos, en depresiones y suicidio.
¿Ahora entiendes la necesidad de reflexionar sobre cómo estás usando las redes sociales en tu vida? Es más, ¿sigues pensando que tu vida real es la virtual? ¡Despierta! Hay un mundo repleto de personas, sentimientos, sensaciones y experiencias maravillosas que te esperan. Todo se trata de equilibrio y control.


