Por: Juan Pablo Pérez, Comunicador Social y Periodista
Hoy en día, la tecnología brinda facilidades al ser humano en distintos aspectos. Por ejemplo, nos mantiene conectados a nuestros seres queridos, optimiza el trabajo, consigue trasporte y vuelos para viajar alrededor del mundo a los mejores precios, optimiza la producción masiva, colabora con la calidad de vida de los empleados, mejora el medio ambiente e inclusive, algunas, máquinas han reemplazado las tareas humanas.
Expertos aseguran que las tecnologías revolucionarán aún más la educación, el trabajo y el estilo de vida de las personas, lo cual está sucediendo en nuestro diario vivir. Actualmente, la inteligencia artificial y la robótica avanzan y amenazan a 1,1 millones de trabajadores en el mundo, según un nuevo estudio del McKinsey Global Institute. Sin embargo, el ritmo de la automatización no podrá sustituir a los empleados tan rápido. Estos nuevos procesos se implantarán a medio plazo, es decir, aproximadamente para el 2055 se comenzará a ver un auge en esta materia, lo cual brinda un margen prudente para que el ser humano se familiarice con androides y en vez de reducir empleos, estos se puedan afinar y armonizar con las máquinas.
Al centrarnos en el contexto colombiano, encontramos un fenómeno tecnológico que se potencia día a día; son las plataformas de la llamada economía colaborativa como Uber, Cabify, Rappi, Mercadolibre, etc. Una de ellas es Airbnb, que permite a particulares ofrecer habitaciones o casas por unos días. Airbnb tiene hoy en día una oferta de más de dos millones de habitaciones en 34 mil ciudades de 190 países. Ni las 10 principales cadenas hoteleras del mundo tienen una oferta igual. Además, la plataforma Uber, que tiene problemas de legalidad en Colombia, cuenta con 100 mil usuarios activos a la semana y posee cinco mil transportadores activos, según datos de 2016. Este crecimiento exponencial de personas que utilizan esta aplicación, ha llevado a una “guerra” con los taxistas, quienes han perdido usuarios a raíz de la prestación de un mal servicio, lo cual debe cambiar si quieren recuperar un espacio entre los ciudadanos.
Por otra parte, encontramos el teletrabajo – trabajar desde la casa-, herramienta amigable con el medio ambiente y considerada con el empleado, para que este disfrute más con su familia y pierda menos tiempo en desplazamiento hacia el lugar donde labora, situación que sucede constantemente en las principales ciudades del país. El empleador también obtiene beneficios directos, como la disminución de gastos fijos – agua, luz, gas, etc. De acuerdo con el Estudio de Penetración de Teletrabajo 2016, realizado por el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (Mintic), en el país hay más de 95 mil teletrabajadores, lo que equivale un incremento de más del 200 por ciento frente a la cifra que existía en 2012.
Cada día, este modo de trabajo aumenta de una manera exponencial. Sin embargo, no todo es color de rosa, porque para llevar a cabo esta práctica, el colaborador debe tener alta dosis de autodisciplina, puede acarrear problemas de relacionamiento laboral e interpersonal en general, la compañía debe tener políticas de motivación explícitas para su empleados y el jefe directo debe tener tareas específicas muy bien determinadas para enviarlas con claridad vía mail.
Como podemos vivenciar, la tecnología desempeña un rol fundamental en nuestras actividades cotidianas; sin embargo, no hay que abusar de ellas. Ahora, si estas son para apoyar el medio ambiente, educar de una manera innovadora, mejorar la calidad de vida y son manejadas adecuadamente, deben ser bienvenidas, sin lugar a duda. Por lo tanto, en este siglo XXI, preparémonos cada vez más para los cambios trascendentales que están por llegar.


